¿Se acuerdan de “Pasaporte a Dublín”? Pues aquí una Karina más escribiendo desde la amable y fría Dublin en su blog su experiencia en el… No sé ni cómo llamar al estado que supone haberme ido a mejorar ese inglés que el sistema educacional de la EGB me enseñó de modo paupérrimo, que me supuso tirar miles de euros en cursos para, finalmente darme cuenta que “el idioma o lo vives o lo destrozas”. ¿Éxodo, quizás?
Sinceramente, no me considero EMIGRANTE. Emigrante es el que e-migra, cierto. Pero en nuestra sociedad crecemos con la idea de que el emigrante se marcha para buscar mejores oportunidades, se va con un dolor amargo en su alma, se va a culturas ajenas, y no sabe si regresará. Decir que soy emigrante sería agraviar el tremendo esfuerzo que personas como mi abuelo hicieron en su día. Atravesando el océano hacia un país totalmente desconocido, dejando una familia recién creada, y no sabiendo si la volverían a ver. No, yo no soy una emigrante. Me lo dijeron los abuelitos a los que iba a leer historias en un Centro de Día de A Coruña: “Iso non é emigrar, emigrar é o que fixemos nós” (“Eso no es emigrar, emigrar es lo hicimos nosotros”). Y a un senior, nadie osa contradecirle.
Adoro viajar, ese espíritu de aventura del que las gaviotas parlanchinas hablan, lo tengo. Pero no lo entiendo igual que ellas. Desde luego que no. De hecho no entiendo casi nada de lo que dicen.
«Esta es la vida del emigrante el vagabundo del sueño errante» El emigrante, Celtas Cortos.