Timoteo

Timoteo es un nombre que se está perdiendo. Y como todo lo que resulta escaso se considera exclusivo, he de deducir que el nombre de mi buen amigo lo es. Exclusivo. Siempre que se lamenta de su onomástica, se lo recuerdo –eres exclusivo-, le digo. Y me mira extrañado. Pero lo cierto es que cuando hablo de él, no tengo que hacer una introducción para situar a mi interlocutor. Hablo de Timoteo y saben de quien hablo. Nunca me preguntan a quién me refiero. Es obvio. Y esta es una de las razones por las que me resulta sencillo ser su amiga.

Otra ventaja que siempre le rebato cuando se lamenta de todo y de nada es que nadie le pondrá un mote, no es necesario pues no hay dos personas con el mismo nombre en 50 años a la redonda. Cuando le digo esto a veces calla y a veces me dice que una vez escuchó un sobrenombre con el que se referían a él, pero nunca ha querido decirme cual. La verdad que no le tomo muy en serio, suele ser melancólico de serie.

Me gusta visitarle en el Mercado, siempre está allí echando la mañana. Dice que le trae muchos recuerdos. Ya he dicho que es melancólico de serie. Y un suspirador profesional. Como no tiene teléfono móvil ni pretende tenerlo, siempre le encuentro en el único banco que  hay dentro del edificio. Es un banco que no tiene ningún sentido, de hecho, nadie lo utiliza. Sólo mi amigo, que suele estar sentado en el medio, con las piernas cruzadas mirando a la nada (pero yo creo que lo mira todo en realidad). Es un banco de hierro, negro, precioso. Modernista. Él dice que ya estaba allí antes de la construcción del mercado y por eso se quedó en “tierra de nadie”. Una licencia poética del arquitecto, seguramente. De hecho, es parte de la rumorología del barrio que el arquitecto no llegó a ver terminada su obra, la cual le hacía una ilusión terrible. Tras haber logrado un nombre en Barcelona con sus construcciones modernistas, ganó el concurso del mercado de abastos del barrio que acogió a sus padres y que le vio nacer. Soñaba con dar a este barrio obrero un edificio útil, funcional y emblemático. Un punto de encuentro, referente y generador de economía.
Timoteo dice que eso es muy bonito pero que todos los artistas tienen complejo de faraón y en realidad buscan ser recordados. Por ello hay que añadir la vanidad como otra de las probables razones por las que el nostálgico arquitecto decidió dejar la gloria y la élite de Barcelona por el barrio de su infancia.

Sigue siendo una historia preciosa que debería ser recordada y alguien debería tratar de documentarla. ¿Por qué no me ayudas a saber qué hace aquí este banco? -, le pregunto siempre.
Déjalo estar. Si nadie lo ha hecho será por algo. El mercado funciona, es punto de encuentro y genera empleo. El arquitecto consiguió parte de su propósito -, replica molesto en ocasiones.

Y nunca vemos el objeto de conversación desde la misma perspectiva. Él jamás se enerva, sino que remata las discusiones de forma tajante y con pocas palabras. Siempre me hace reflexionar.

Reconozco que me encanta escuchar sus silencios y analizar sus miradas perdidas. Hay algo extraordinario en su melancolía. A veces siento que quiero descubrir sus secretos y por ello me gusta tanto visitarle. Quizás espero encontrar una pieza más del puzle de Timoteo.

Pero hoy todo cambió. Hoy supe que no habría más piezas.

Cuando paso días sin ir, él jamás me lo reprocha ni me pregunta dónde he estado. Nunca había conocido a nadie así, tan libre. Por eso durante las semanas de confinamiento pensé mucho en él, preguntándome cómo se encontraría. No tenía modo alguno de contactarle, siendo tan analógico como es él. Eso me hizo
enfadar.

Cuando el mercado volvió a abrir sus puertas tras meses de incertidumbre, lo primero que hice fue ir al banco “en tierra de nadie”. Timoteo no estaba. El miedo hizo latir mi corazón en mi oído izquierdo.
Entonces, tras unos segundos de niebla, volví en mí y lo vi. No entendía nada y, sin embargo, lo entendí todo. Allí estaba, convertido en hierro, de color negro, en perfecta simetría con el banco que estaba frente a él. Aturdida, me acerqué y vi la inscripción:

<<El
barrio de Prosperidad a su ilustre vecino

Timoteo Freire Iglesias
“El fantasma del Mercado”
1840 – 1880
Prestigioso arquitecto de este edificio,
el cual regaló a la ciudad como última voluntad.
Desde este banco solía sentarse a admirar su obra,
su último legado.
>>

2 a.m.

«El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos.» Simone de Beauvoir

Me encuentro agotado y sólo pienso en cuánto me duelen los pies. Y que hace frío. Lo cual es curioso porque no había sido consciente de todos estos factores que me molestan tanto hasta que he emprendido el camino a casa.
Quizá sea el aburrimiento de no compartir camino y charla con un amigo.

Además, el sueño se apodera cada vez más de mí. A todo este cúmulo de catastróficas desdichas se suma que se me ha terminado la batería del teléfono móvil y no puedo llamar a un taxi.

Inmerso en todos estos pensamientos negativos me voy entreteniendo a modo de estrategia para que el camino se pase mas rápido. Creo que durante el día no suelo avanzar tan deprisa (llevando incluso unos playeros versus los zapatos que calzo desde hace unas 7 horas).

Me cruzo con alguna parejita clandestina o improvisada, quién sabe. La noche mezcla a los felinos pardos y monteses, sin distinción.

Pienso en parar y esperar a que pase algún taxi pero quiero llegar ya. Cuanto más avance, antes calzaré zapatillas de andar por casa y me quitaré las lentillas que ya me empiezan a lijar los ojos.

Más pensamientos atropellados vienen a mi cabeza cansada, ahumada y cada vez más lijada por las lentes de silicona ultra novedosas y ultra estiradas en el tiempo. Si mis padres se enteran que camino solo por la noche, no dormirían tranquilos. Si lo comento el lunes en la oficina pensarán que soy un irresponsable. Si se entera esa personita especial creerá que soy un provocador. Si mis amigos saben que me he ido caminando solo, pensarán que soy un cutre por no pagar un taxi.

Toda esta culpabilidad, ¿la sentirá alguna de las chicas que me he cruzado durante el camino a casa?

Y siento envidia de ellas, por ser mujeres y libres. Dueñas de mi seguridad. Que por pasar por la misma acera y ni mirarme, me hacen sentir aliviado.

Y pienso, menos mal que llevo ropa holgada y un abrigo con capucha que me ayudan a pasar desapercibido.

Continúo caminando porque elijo el camino largo y más transitado, por el que pasan coches contínuamente y espero que algún taxi lleve luz verde. Naranja y más naranja.

Doblo la esquina y al fin estoy en mi calle. Ahora viene el delicado momento de abrir el portal. Meto las manos en el bolsillo interior del abrigo y toco las llaves. Lo más sigilosamente que puedo, las agarro dentro del bolsillo sin sacar la mano. Es mi elaborada artimaña para que alguna posible depravada no pueda planificar su asalto a mi cuerpo taquicárdico.

Llego al portal, saco las llaves y abro lo más raudo que puedo. Cierro inmediatamente y apuro al ascensor.

Estoy a salvo. Una vez más lo he conseguido. He desafiado mi integridad y he vencido.

Ya en cama, en la comodidad de mi zona de confort, me entristezco enormemente pensando en el insignificante hecho de caminar por la noche solo. En toda la ansiedad y valor que conlleva. En la estúpida culpabilidad que me hace sentir. Culpabilidad. ¡Por ir caminando a casa!
………………………………………………………………………………………………………..

Pero la realidad es otra. Porque soy mujer. Y en esta película, la chica es quien vuelve a casa con las manos en los bolsillos tocando el metal de las llaves.

Y pienso que es indecente.

Indecente la preocupación interminable que mis padres, que son hombre y mujer, deben sentir en silencio, con resignación.

Indecente que no me sienta verdaderamente libre aunque me jacte de ello.

Porque no quiero depender.

Depender de la batería del teléfono móvil, ni del camino largo y transitado, ni de una compañía amiga.

Que no quiero temer.

NO QUIERO TEMER.

Temer a los hombres con capucha, a las ventanillas de coche bajadas que aminoran la marcha a mi paso, a la ropa que me quiera poner, a los ascensores, a los portales.

Ni a las 2 am.

* Fotografía de Raquel Balsa [https://www.flickr.com/photos/61832356@N05/]

Fui, soy, seré. 

Piensa si tuvieras la oportunidad de encontrarte diez minutos con tu yo de 6 años y con tu yo de 16 años. 

¿Cómo aprovecharías ese espacio de tiempo?

«Le diría todo lo que sé para no cometer los mismos errores. Sería una gran  oportunidad para mejorar mi presente.»

Eso es lo que contestaría cualquier persona cabal ipso facto. Es lo lógico. Claro.

Y si… 

¿Y si esos diez valiosísimos minutos fueran utilizados para escuchar y observar? No para aconsejar u ordenar. Si ese yo de 6 y 16 años nos recordasen nuestra esencia, nuestras ilusiones,  nuestra garra. Ese yo sin miedo, sin corsés. 

Me quedo con el aprendizaje y no con la soberbia. Me quedo con los errores y con el desconocimiento de lo que viene. Me quedo con la oportunidad de apostar por algo. 

Me quedo conmigo misma y no con el ordeno y mando.

Me quedo con la esencia y la ilusión. Con la libertad de tener miedo y de reirme de él en el futuro.

«Cuida a tu niña interior.» Isabel Coixet, cineasta 

Descubriendo el mundo de (con) Javier Moro

Cada vez que comienzo un libro no sé dónde lo terminaré. Ni la página ni el lugar. Si llego al final emocionada o si llego sin más.

Puede que no necesite perder mi tiempo en terminarlo. [Alguna vez me ha pasado.]

Hay escritores que sé que nunca me decepcionarán. Ahora puedo añadir uno más a mi lista de escritores emocionantes, apasionantes, descubridores, removedores de conciencia, hacedores de reflexión. Javier Moro. 

Este año abrí «El imperio eres tú», libro que llevaba conmigo unos 4 años pero que no había despertado mi interés todavía. No era el momento. Pero este año, recién llegada a mi nueva etapa vital en Madrid, algo me hizo empezarlo. Y voilà, me introduje de lleno. 

Qué maravilla.

Luego, cierras la contraportada y llega la desazón. Pero comienza la reflexión. La ordenación de ideas.

Cuando después fui a Oporto, puedo asegurar que vi la ciudad con otra óptica. No era el mismo Oporto que había visto hace años, sin haber entrado en la historia de Portugal de los últimos retazos de su imperio. 

Ahora estoy emocionándome con «A flor de piel». Creo que va a ser todavía más fascinante. Porque «me toca». Esa chica que desconocía, Isabel Zendal, de Ordes. ¡Ordes! Lugar de origen de uno de mis ocho apellidos gallegos. Una mujer, una más de las campesinas gallegas que vivió un viaje apasionante, que cambió las cosas sin intuirlo. Una expedicionaria de la historia de la Medicina. Una campesina. Una mujer. Del siglo XVIII. Imagínense.

Este libro es mi compañero en el metro. Donde aparto la cara para que no me tilden de loca por llevar los ojos húmedos mientras leo. 

Javier Moro. Pasen y sientan. 

Seguiré reflexionando con Isabel en los trayectos venideros. 

Declaraciones de cine: No sólo palabras

Antes de comenzar a leer: SPOILERS CINEMATOGRÁFICOS por doquier.

Ahora que se acerca San Valentín, día que no celebro porque no conozco a ningún Valentín, están los corazones dibujados por todas partes y el rojo decorando las tiendas y las marquesinas de bus. Debido a ese bombardeo de corazones (que ni la Igartiburu, oigan), me he puesto a pensar rápidamente en las declaraciones de amor que más me han emocionado en el cine. Que vienen a ser, las que nunca me canso de ver. Y ver. Y ver. Y ver.

  1. Spencer Tracy en «Adivina quien viene a cenar esta noche»:

Si juntamos los siguientes ingredientes: un peliculón + una escena con Sidney Potier, Spencer Tracy y Katherine Hepburn + el hecho de que Tracy y Hepburn fueron una pareja del Hollywood más puro + ser conscientes de que la grabación de esta escena se produjo días antes de la muerte de Tracy.

Podemos imaginar que ni Tracy ni Hepburn necesitaron actuar en esta escena. Lloro.

Todo el monólogo merece la pena, por el monólogo en si y por la sublime interpretación de este Señor. Pero la declaración a la que me refiero está entre el minuto 1:54 y el 2:20, tanto en las palabras que dice -viene a ser algo así como «Si os queréis la mitad de lo que nos hemos querido nosotros, será suficiente»- como en las miradas desgarradoras que se dedican sin pestañear. Eso ya se pasa de amor, es adoración. Me lo pido.

2. La escena de los carteles y el villancico de «Love Actually»:

No necesita presentación:

Andrew Lincoln, antes de cazar zombies, era un hombre romántico enamorado de la mujer de su mejor amigo.

3. Cuando Harry se da cuenta que está enamorado de Sally en «Cuando Harry encontró a Sally»:

Esta película es una de las pelis románticas por excelencia, con unos diálogos geniales de la escritora Norah Ephron. Y tiene a Meg Ryan. Más que suficiente para que esta película que trata sobre la típica pregunta «¿Es posible que un hombre y una mujer sean sólo amigos?», no caduque nunca.

Aunque su escena más mítica y recordada es la del restaurante donde Sally finge un orgasmo y una clienta le pide a la camarera «Quiero lo mismo que ella está tomando» refiriéndose a Sally; como este post va de declaraciones, a mi me encanta la de Harry con la terca respuesta de Sally.

 

4. La insistencia de Mr. Darcy para conseguir a Miss Elizabeth Bennet en «Orgullo y prejuicio»:

Las adoradoras de Jane Austen en general y, de Mr Darcy en particular, nos entendemos. Partamos de la base de que las heroínas femeninas de Austen son mujeres fuera de los convencionalismos de la época, inteligentes y avispadas, que gustan más de opinar que de buscar marido, que era lo esperado en las señoritas respetables. Este personaje es romanticismo del bueno, del que no resulta pedante, del que no empalaga. Este hombre es puro sentimentalismo encarcelado en un montón de prejuicios sociales de la época. Yo ya no sé distinguir si simplemente es un personaje romántico o educadamente sexy.

A Mr. Darcy le dedico varias escenas, las declaraciones que le hace a Lizzie (notablemente inferior a él en la escala social de la encorsetada Inglaterra del s. XIX). Ahora ya, derrítanse.

Toma 1: «La amo ardientemente»:

 

Toma 2: Obviando la sensualidad que desprende la aparición en la neblina de nuestro caballero andante, yo no sé si mi corazón está preparado para escuchar estas palabras sin las debidas consecuencias cardíacas:

Ya podéis derretiros del todo.

No. Mejor no, porque hay una tercera declaración. Si, una tercera. Porque Mr. Darcy es MR. DARCY. ¿Culpamos a los príncipes azules de Disney de las altas expectativas de las féminas? A mi déjenme a Darcy.

Toma 3: «Mrs. Darcy»

 

5. «Buenos días, princesa», porque «La vida es bella»:

No necesita presentación, sólo unos cuantos pañuelos de papel. Hasta dentro del más absoluto terror, el amor siempre nos hará sobrevivir:

6. «Me gustas, tal y como eres» o de cuando «Bridget Jones» alcanzó su ansiado momento romántico con su Mr. Darcy particular:

La versión contemporánea del héroe romántico Mr. Darcy (al que interpreta Colin Firth, otra vez, porque él es un gran Darcy. Of course) se enamora de la torpe, soñadora y chica común que es la gran Bridget.

 

7. «He tardado muchísimo tiempo en llegar, pero ya estoy aquí. Carrie, tú eres la única», unas simples palabras como colofón a 10 años de «Sexo en Nueva York»:

Me pareció una frase perfecta para un personaje que se pasó años haciendo sufrir a la chica que, como ella dice, se pasó 10 años correteando tras él por toda Nueva York.

8. A veces, un baile lo dice todo. Por supuesto, un «Dirty dancing»:

No todo van a ser declaraciones de hombres. Aquí va una chica, que aunque le llaman Baby, supo ligarse a Patrick Swayze. Un respeto, oye.

 

Y, con ocho basta 😉

 

No soy emigrante (Preludio)

¿Se acuerdan de “Pasaporte a Dublín”? Pues aquí una Karina más escribiendo desde la amable y fría Dublin en su blog su experiencia en el… No sé ni cómo llamar al estado que supone haberme ido a mejorar ese inglés que el sistema educacional de la EGB me enseñó de modo paupérrimo, que me supuso tirar miles de euros en cursos para, finalmente darme cuenta que “el idioma o lo vives o lo destrozas”. ¿Éxodo, quizás?

Sinceramente, no me considero EMIGRANTE. Emigrante es el que e-migra, cierto. Pero en nuestra sociedad crecemos con la idea de que el emigrante se marcha para buscar mejores oportunidades, se va con un dolor amargo en su alma, se va a culturas ajenas, y no sabe si regresará. Decir que soy emigrante sería agraviar el tremendo esfuerzo que personas como mi abuelo hicieron en su día. Atravesando el océano hacia un país totalmente desconocido, dejando una familia recién creada, y no sabiendo si la volverían a ver. No, yo no soy una emigrante. Me lo dijeron los abuelitos a los que iba a leer historias en un Centro de Día de A Coruña: “Iso non é emigrar, emigrar é o que fixemos nós” (“Eso no es emigrar, emigrar es lo hicimos nosotros”). Y a un senior, nadie osa contradecirle.

Adoro viajar, ese espíritu de aventura del que las gaviotas parlanchinas hablan, lo tengo. Pero no lo entiendo igual que ellas. Desde luego que no. De hecho no entiendo casi nada de lo que dicen.

 

«Esta es la vida del emigrante el vagabundo del sueño errante» El emigrante, Celtas Cortos.

 

 

Canalejas: el ferrolano obviado

Hay en Ferrol, ciudad que me pertenece genéticamente, una retahíla de ilustres vecinos en su historia (y alguna oveja negra también).

En mi penúltimo viaje a Madrid, me di cuenta de lo olvidado que está uno de ellos, sobre todo, porque no recuerdo que me hayan hablado de él en el colegio. Y de haberlo hecho, sería un simple renglón entre tantos, de tantos pesados libros de texto (de los que hoy se acuerda mi espalda).

Me pareció extraño que siendo ferrolano como yo, no me hubieran hablado de él como lo hicieron de otros. Ya saben, Concepción Arenal, Pablo Iglesias (el de rojo, no el de violeta), Torrente Ballester, etcétera. Al ser de aquí, lo normal es que te hablen con más ahínco de personajes con los que compartes cuna que de los demás. Somos así.

Se trata de José Canalejas. Ferrolano, presidente de España. (Y plaza de Madrid.) Entre otras muchas cosas.

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Al ver la fotografía: claro, conocido. Pero pregunten a mi generación y a las siguientes, es como los billetes de mil pesetas, que si, que nos suena la cara, pero ya es pregunta del «50×15» acertar con el personaje histórico sin consultar la Wikipedia.

Quizá haya partes de la historia que no interese divulgar a «la  masa».

Una breve sinopsis de la bio de este Ilustre Gallego:

Nació en Ferrol a mediados del siglo XIX y fue asesinado en Madrid el mismo año que se hundió el capitán del Titanic con su barco.

Placa-de-la-casa-donde-nació-José-Canalejas_500x375 Placa en la fachada de la casa natal de Canalejas, en Amboage (Ferrol).

Prólogo de vida

Canalejas fue un niño prodigio, de hecho con once añitos ya era corresponsal político de prensa con el pseudónimo de El cantor de Mugardos. De joven se trasladó a Madrid, donde estudió. Su primer fracaso fue no conseguir la cátedra que tanto ansiaba, motivo que le hizo abandonar la enseñanza. Su camino vital le llevó a ser abogado de la compañía de Ferrocarriles.

Republicano, estaba centrado en la idea de Democracia. Era un habitual del Ateneo, donde comenzó a tener seguidores. Cuando llegó la Restauración borbónica, de sus ideales de juventud pasó a unirse a Sagasta. Fue diputado, hasta llegar a presidir la Cámara de los Diputados a principios del siglo XX. Fue también Ministro de Fomento, de Gracia y Justicia, de Hacienda y de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas. Fue en este último Ministerio donde impulsó la creación del Instituto de Trabajo. Como Ministro de Fomento, combatió a favor de la abolición de la pena de muerte.

Tuvo dos matrimonios. Del primero, quedó viudo y sin descendencia, además de con una pena que arrastró durante tiempo. Del segundo, fue él quien dejó una viuda y varios descendientes.

Si hubiese un Sálvame de la época contaría que, tras veinte años casado con María, su primera mujer, Canalejas siempre llevaba puesta una pulsera femenina en su muñeca izquierda, era la pulsera de María que él llevó por siempre. Y que además, perdió el habla durante bastante tiempo. Eso dicen en Radio Patio.

Cuba

En 1897 viajó a Cuba para conocer el problema de primera mano. Fue tal su interés en el conflicto, que se alistó como voluntario a las listas del ejército. Así, tras haber sido ministro, luchó como un soldado más. Canalejas escribió muchos artículos relatando la situación real que se vivía en Cuba, donde las luchas armadas y las enfermedades estaban acabando con los soldados españoles. Nunca se llegaron a publicar.

A su regreso a Madrid, relató sus impresiones a Sagasta, quien no le escuchó. Un año más tarde, la provincia de Cuba fue invadida por los Estados Unidos, junto a las Islas Filipinas y Puerto Rico (que dependía administrativamente de Cuba en ese momento).

Tras este hecho, en 1902, Canalejas decide fundar su propio partido político, el Liberal-Demócrata, de ideas izquierdistas que defendía ideas democráticas y la separación de la Iglesia y el Estado.

Presidente de España

200px-José_Canalejas_Méndez_1906_Joaquín_Sorolla_y_Bastida. Retrato realizado por Sorolla

Finalmente, fue Presidente del Gobierno desde 1910 hasta su muerte. En ese período, entre otras cosas, estableció el servicio militar obligatorio, limitó la instalación de órdenes religiosas (Ley del candado), suprimió el impuesto de consumos, ordenó la reapertura de los colegios laicos y permitió a las religiones no católicas exhibir sus símbolos.

Evidentemente esto significó una palabra: ESCÁNDALO.

Tuvo entre sus ideas de gobierno, recoger los derechos de los trabajadores (salario mínimo, duración de la jornada, tiempo de aprendizaje), además apoyaba la creación de asociaciones que pudieran defender los derechos de los trabajadores. Para él el estado era una especie de juez que debía mediar en los conflictos ciudadanos. Pero a pesar de todas estas ideas, en su época aumentó la conflictividad laboral.

Vivió en su presidencia, un intento de sublevación republicana y una huelga ferroviaria. No pudo llegar a realizar las prometidas reformas políticas que hubieran transformado el régimen existente en una verdadera Democracia.

Librería San Martín

pardiñasdiario

La mañana del 12 de noviembre de 1912 fue asesinado por el anarquista Manuel Pardiñas cuando miraba el escaparate de la desaparecida librería San Martín en la Puerta del Sol de Madrid (localizada en el actual número 6).

La foto de la portada del diario ABC muestra el momento exacto del disparo. La portada se convirtió en un clásico del fotoperiodismo callejero. Pero todo era un montaje,una recreación con actores.

José Canalejas se encuentra enterrado en el Panteón de Hombres Ilustres.

Ducado

El Ducado de Canalejas es un título nobiliario, con Grandeza de España concedido por el rey Alfonso XIII a la esposa de viuda de José Canalejas en memoria de éste. Se trata de un título hereditario que ha continuado hasta nuestros días.

123563995 Estatua situada en el paseo de la Alameda, Cantón de Molíns, Ferrol

Recomendación –> Hay una web muy interesante donde aparecen detalles de su vida, ideales y consecuciones: http://www.madridvillaycorte.es/canalejas.php

Osa do Mar: Conexión cultural

Verano y festival. Verano y música. Van parejos.

Llega el verano y pensamos en festivales de música. Estos eventos al aire libre, donde la música y la naturaleza son protagonistas, crecen con fuerza año tras año y se consolidan como conexión cultural sin prejuicios de edad ni de ideología. Lo único que hay que hacer es ir a divertirse en ese aislamiento findesemanal del mundo.

Son innumerables los estudios que aseguran que la música nos transforma, nos lleva al trance, nos sube la adrenalina. Siempre me ha llamado la atención nuestros comportamientos en los conciertos, discotecas o cualquier lugar donde la música toma el control de las masas. Una gran dosis de desvergüenza se apodera del humano, una exaltación de la amistad y las emociones aparece de inmediato, todos somos capaces de comunicarnos al unísono (todos, hasta los enemigos). Es el PODER DE LA MÚSICA.

Según Pablo Herreros, antropólogo, «Darwin pensaba que la música se había originado en el marco de la atracción que se establece entre las parejas de animales y los sonidos que éstos emiten durante el cortejo. Darwin deducía estas ideas del canto de algunas aves cuando intentan encontrar pareja, pero otros autores no han restringido el origen a un solo contexto emocional y lo han atribuido a la necesidad de expresión en la totalidad de las emociones humanas.»

Hace unos días asistí a la segunda edición del Festival Osa do Mar, en Burela (Lugo, España).

barca

En un paraje natural increíble, rozando el mar y con olor marinero. La música no paraba. La decoración , sencilla pero muy marinera. La actitud de la gente era entregada. Es un festival que lleva poco tiempo, pero crecerá.

redes   palé
Me acompañó con su cámara mi amiga Raquel para dejarnos algunas instantáneas que dejan ver el buenrollismo y la entrega musical de la gente.

DSC_1079       sonido tacos     azafatas jager

Concierto de Cápsula:

cápsula   capsula2

Un gran descubrimiento, Sexy Zebras:

zebras contraluz 2 zebras plúblico 2 zebras público

Entre concierto y concierto, DJ Chente no dejaba que el ritmo decayese.

dj and wife

Aunque este año solo hemos podido hacer una breve escapada al festival (por ello no hay más instantáneas que de parte de una sola noche), ha sido suficiente para saber que el próximo año queremos ir a vivirlo enteramente.

camisetas

Todas las fotografías han sido realizadas por Raquel Balsa. Un compendio de su visión del mundo:

Trabajo fotográfico de Raquel Balsa

«La música es sinónimo de libertad, de tocar lo que quieras y como quieras, siempre que sea bueno y tenga pasión, que la música sea el alimento del amor.» Kurt Cobain

«La música puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido.» Leonard Bernstein

El realismo de soñar

Lislott, no cometas la imprudencia de caer en la realidad. De todos los sueños inalcanzados, abandonados en el camino; de todos ellos, si te descuidas, no te percatarás de los que has cumplido ni de los que están en tu retina, ahí dispuestos a que los cojas y los saborees. Juega, falla, aprende, alcanza.
O no celebrarás.
O no te aliviarás.
Y no habrás vivido.
Agradece el regalo de la vida con lo poco o mucho que puedas.
Vive la realidad soñando, atenta.
Vive soñando.

image

Recuerda a los demás lo que nos dijo el pobre Segismundo

¡Dos!

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Dos años ya. Dos años desde aquel arrebato de atrevimiento, necesario para comenzar un blog al que llevaba tiempo dándole vueltas. Dos años hace que comencé a teclear sin una idea segura pero con unas ganas de quitar esa espinita que tenía dentro.

Gracias por leer este humilde blog. Por las visitas, por los comentarios que tanta ilusión me hacen.

¡Gracias!!!!!!!

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